jueves, 3 de octubre de 2019

Los equipos olvidados de la Fórmula 1 (II): Mastercard Lola F1 Team

Hoy vamos con otro capítulo de la serie de equipos olvidados de la Fórmula 1. En la historia anterior hablábamos de Forti, quien intentó crecer como lo había hecho en categorías inferiores aunque los problemas económicos lo hicieron desaparecer. Ahora nos toca hablar de un equipo que pretendía hacer las cosas bien, que tenía un gran pasado como constructor de chasis, pero un sponsor impaciente los hizo tener que acelerar todo el proceso, con los importantes problemas que esto conlleva y que acabaron con su rápida desaparición. Estamos hablando del equipo Lola, junto con su principal sponsor, Mastercard.



Comencemos desde el principio. Lola Cars fue fundada por el arquitecto e ingeniero británico Eric Broadley en el año 1958, y su nombre proviene de uno de los personajes del musical Damn Yankees. 
Su primer auto, el Lola Mk1, fue el primer auto en bajar del minuto en una vuelta en el circuito Indy de Brands Hatch, lo cual atrajo a muchos equipos privados preguntando por sus servicios. Este interés fue aún mayor cuando el mismo auto finalizó en 6° lugar en el Tourist Trophy de 1959, venciendo en su clase.

Lola Mk1, el primer auto de Lola Cars
A partir de ahí comenzó la historia de uno de los fabricantes de automóviles más respetados de la historia, y que abarcó prácticamente todas las categorías del automovilismo durante sus 54 años de vida. Sus autos eran rápidos, fiables, duraderos y, a diferencia de la competencia, más baratos. Algunas de las categorías donde Lola tuvo un gran éxito fueron los Sport-Prototipos, tanto en el antiguo Campeonato del Mundo de Resistencia como en el campeonato IMSA GTP; Fórmula 3000, donde sus chasis estuvieron presentes desde el principio, siendo suministradores únicos desde 1996 hasta 2004; y en la IndyCar/CART, donde fue protagonista de los años dorados de la categoría. La historia de Lola Cars en el automovilismo es tan extensa que merece una historia aparte en el blog, así que nos centraremos en la Fórmula 1, que es lo que nos compete en este momento. 

En cuanto a la categoría reina, Lola siempre fue reticente a tener un equipo propio, contentándose en fabricar chasis para otros equipos. En 1962 debutó en la categoría con el Mk4, logrando la pole position en su primera carrera con John Surtees al volante, quien finalizó en 4° lugar en el campeonato.

John Surtees a bordo del Lola Mk4, primer Fórmula 1 de Lola
En 1967, asistió a Honda Racing y al propio Surtees en la fabricación del chasis para el equipo japonés, quien había abandonado el proyecto de su propio auto. Así nació el Honda RA300, llamado T130 por Lola y "Hondola" por la prensa especializada, el cual consiguió la victoria en el Gran Premio de Italia de aquel año en Monza.

Honda RA300, "Hondola"
Tras unos años fuera de la categoría, Lola regresó para fabricar los chasis para el equipo Embassy-Hill, propiedad del campeón del mundo Graham Hill, en 1974 y 1975, sin mucho éxito.

Embassy-Hill Lola
Tras otro paréntesis, el nombre Lola volvió a la Fórmula 1 en 1985 de la mano del Team Haas (no confundir con el actual Haas F1 Team). Aunque Lola no estuvo involucrada directamente en el proyecto, el chasis llevó su nombre debido a las conexiones de Carl Haas, dueño del equipo, con Lola Cars en Estados Unidos. El equipo prometía mucho, sobretodo por la promesa de un motor Ford Turbo potente y la presencia del veterano campeón del mundo Alan Jones. Sin embargo, debido a los malos resultados, el equipo abandonó la Fórmula 1 a finales de 1986 tras sólo una temporada y media.

Alan Jones con el Haas Lola
En 1987, Lola se unió al equipo Larousse-Calmels, manteniéndose juntos hasta el año 1991. Tratándose de un proyecto con muchas menos expectativas, los resultados fueron más bien discretos, acordes al nivel del paquete chasis-motor.

Larousse Calmels Lola
En 1993, llegó la unión con el equipo BMS Scuderia Italia, la cual sería un completo desastre. El auto equipado con un motor Ferrari se mostró muy poco competitivo, estando muy lejos de los rivales, llegando incluso a no clasificarse en varias carreras. Sin embargo esto no sería nada comparado a lo que vendría años más tarde...

Lola Ferrari de la Scuderia Italia, un auténtico desastre
Tras varios años suministrando chasis a otros equipos, Eric Broadley decidió entrar en Fórmula 1 con equipo propio. Lola pasó todo el año 1994 probando y preparando un auto, el T95/30, con la intención de entrar en la categoría para 1995. Sin embargo, esto no se logró. El T95/30 tenía la particularidad de no llevar una toma de aire, lo que lo hacía incompatible con la normativa de la Fórmula 1. Y por otro lado, el equipo estaba quedándose sin dinero, debido principalmente a la falta de un patrocinador principal. Por ello, Eric Broadley aseguró que no apresuraría la entrada del equipo en la categoría, y que se aseguraría de tener un presupuesto aceptable para ello.

El Lola T95/30, pilotado por Allan McNish en las pruebas de 1994 y 1995
El patrocinador principal y el consiguiente aumento de presupuesto llegó de la mano de MasterCard, a finales de 1995. Sin embargo no dio tiempo a que el equipo pudiese prepararse adecuadamente para la temporada 1996, anunciando en cambio su entrada para el año 1998. Esto les daría tiempo suficiente para prepararse adecuadamente y para construir su propio motor V10. Todo parecía ir sobre ruedas.

Pero todo cambió con el anuncio de Stewart Grand Prix de entrar en Fórmula 1 para 1997. Esto hizo que MasterCard diese un ultimátum a Lola. Si no entraban un año antes, dejarían de patrocinar al equipo. Esto cambió todo el panorama para Lola. 
De repente se encontraban con sólo 4 meses para construir un auto y un motor competitivo desde prácticamente cero. Para ello, tuvieron que tomar su auto de IndyCar y basar en él el diseño del Fórmula 1. En cuanto al motor, optaron por descartar el plan de construir su propio motor y firmaron con Ford para usar sus motores ECA Zetec-R V8. El motor tenía poca potencia, siendo muy poco competitivo, como lo demostró el equipo Forti (quien utilizó el mismo motor en la temporada 1996, con los resultados que ya conocemos).

MasterCard tenía muchas esperanzas puestas en el proyecto Lola. Por ello crearon el F1 Club, un programa por el cual los clientes miembros del club obtenían beneficios exclusivos relacionados con el equipo de Fórmula 1. Y en esto se basó el acuerdo de patrocinio con Lola. En resumen, cuanta más gente se uniera al F1 Club, más dinero reportaría a MasterCard y, por lo tanto, mayor dinero recibiría el equipo Lola a cambio. Se trataba de un acuerdo en base a comisiones, lo que suponía que el equipo Lola no sabía nunca exactamente cuánto dinero recibiría de MasterCard ni cuándo. Esto se salía de los típicos acuerdos de patrocinio, en el cual los sponsors dan una cantidad de dinero establecida a los equipos. Sin duda el acuerdo entre Lola y MasterCard sólo tenía un resultado posible, el fracaso.

Publicidad del F1 Club de MasterCard
Con todo este panorama, más bien poco prometedor, llegaba el año 1997 y la presentación oficial del equipo MasterCard Lola F1 Team. Los colores del auto consistían en los colores corporativos de MasterCard (azul, rojo, naranja y blanco). A mi parecer uno de los autos más bonitos que he visto.
Al patrocinador principal se sumaron Pennzoil como lubricante, Bridgestone y OZ Wheels como colaboradores técnicos, y otros patrocinadores como Men's Health, F1 Racing y Track and Field.
En cuanto a los pilotos, hubo varios nombres en la lista de posibles, entre ellos Tom Kristensen, Allan McNish, Andrea Montermini, Ricardo Zonta o Norberto Fontana. Finalmente el equipo se decidió por Vincenzo Sospiri, campéon de la Fórmula 3000 de 1995 y probador de Benetton en 1996, y por Ricardo Rosset, compañero de Sospiri en 1995 cuando fue subcampeón de Fórmula 3000 y piloto de Footwork Arrows en 1996.

El Lola T97/30 el día de su presentación.


Vincenzo Sospiri, Ricardo Rosset y Eric Broadley, en la presentación del equipo
A pesar del panorama poco alentador, Eric Broadley tenía altas expectativas. Dado que el equipo Stewart era el equipo oficial Ford, con los motores de fábrica con la especificación nueva (completamente distinto al motor de especificación antigua que montaba el Lola), Broadley pretendía superarlos. 
Si no les vencemos nos merecemos una buena patada en el trasero, con nuestra experiencia no debería haber problema, y si no superamos el 107% directamente no merecemos ni estar ahí.
Como veremos más adelante, a veces hay que ir con cuidado con lo que se dice...


Previa que hacía la revista Autosport sobre el equipo. Toda la prensa se mostraba escéptica sobre el rendimiento de Lola, aunque su buena reputación previa les daba el beneficio de la duda
Y así llegamos al circuito de Albert Park para el primer Gran Premio del año. Antes de llegar a Australia, el Lola T97/30 sólo había dado 8 vueltas al circuito de Silverstone, antes de que se rompiera un motor. Después se realizó un shakedown en el circuito de drag de Santa Pod, donde también hubo un fallo del propulsor. Ni siquiera hubo pruebas en el túnel de viento, simplemente no hubo tiempo suficiente.

Una vez en pista, desde el primer momento se vio que los Lola no irían a ninguna parte. El Lola T97/30 tenía graves problemas aerodinámicos. El auto no lograba generar agarre mecánico ni aerodinámico, haciendo que los neumáticos no pudieran trabajar a la temperatura adecuada. Por otro lado, los pilotos comentaban que en línea recta tenía mucho drag, comprometiendo la velocidad punta, y a su vez no era capaz de generar la carga aerodinámica suficiente para afrontar las curvas a una buena velocidad. En resumen, el auto era mucho peor de lo que se podían imaginar en Lola. Y lo peor es que no había reglaje alguno que mejorase sus prestaciones.
Les dejo a continuación un vídeo con parte de la presentación del equipo en el resumen oficial de la temporada 1997 y con imágenes pertenecientes a los entrenamientos libres del Gran Premio de Australia de aquel año.




Los resultados de la sesión clasificatoria hablan por sí solos. Vincenzo Sospiri logró un tiempo de 1:40.972, mientras que Rosset logró un 1:42.086. El tiempo del 107% era de 1:35.625, tiempo al cual ni se acercaron en todo el fin de semana. Sobran las palabras... 
Por otro lado, Jacques Villeneuve logró la pole con su Williams-Renault con un tiempo de 1:29.369. 13 segundos más rápido que el mejor Lola. Además, los Stewart (equipo al que pretendían vencer), colocaba a sus pilotos en 11° y 19° lugar.


Vincenzo Sospiri, intentando hacer milagros con su Lola T97/30
Ricardo Rosset, haciendo lo mismo con su Lola T97/30
Y es así como, para sorpresa de absolutamente nadie, Lola no lograba participar en la carrera. De esta manera volvieron a Inglaterra con muchos deberes por hacer. Y el equipo empezó a hacerlos. Hubo grandes progresos durante unas pruebas en Silverstone en las semanas previas al Gran Premio de Brasil. A pesar de no ser suficientes todavía, el equipo se mantenía optimista para la próxima carrera.
Sin embargo no habría una próxima carrera. El miércoles previo al Gran Premio, MasterCard retiró su patrocinio y Lola anunció que no participaría en la carrera debido a problemas técnicos y financieros, cuando ya todo su personal y su equipamiento se encontraba en el circuito de Interlagos. Poco después anunciaría su retiro definitivo de la Fórmula 1.

Durante su corto periplo como equipo de Fórmula 1, Lola acumuló una deuda de 6,3 millones de libras, siendo la mitad debida a su compañía hermana, Lola Cars. Esta última se vio terriblemente afectada en lo económico debido a esto, entrando en administración el 26 de mayo de 1997, viéndose afectada en cuanto a su reputación también. Eric Broadley fue duramente criticado por la prensa, siendo señalado el principal responsable de este fracaso. En 1999, Broadley vendió la compañía al empresario irlandés Martin Birrane, logrando volver a tener éxito en ChampCar y carreras de resistencia. Durante este tiempo, Lola presentó otro proyecto para volver a la Fórmula 1 para el año 2010. Sin embargo, tras no ser elegida por la FÏA para formar parte de la categoría, se decidió no continuar con el proyecto. 
Tristemente unos años más tarde, en 2012, Lola Cars se declararía en quiebra y desaparecería definitivamente, finalizando así más de 50 años de trayectoria para una compañía que dejó una gran huella en el automovilismo mundial.


Tristemente también, Eric Broadley falleció el 28 de mayo de 2017 a la edad de 88 años. Tras pasar sus últimos años apartado del automovilismo, viviendo cerca de la base de Lola en Huntingdon, falleció el día de la 500 Millas de Indianápolis de aquel año y fue sepultado durante la semana de las 24 Horas de Le Mans. Un final adecuado, dada su pasión por ambos eventos, en los que sus autos siempre fueron grandes protagonistas. Se iba así uno de los diseñadores más visionarios de la historia del automovilismo.



En mi opinión, Lola pudo haber sido un buen equipo de Fórmula 1. Tenía experiencia previa y una buena reputación construyendo autos, lo que sin duda era de gran ayuda. Sin embargo, hay dos puntos clave que desembocaron en este desenlace. Por un lado, a MasterCard le pudieron las ansias por tener éxito inmediatamente, y su completo desconocimiento del funcionamiento del automovilismo lo llevaron a apresurar al equipo Lola a hacer en 4 meses lo que otros equipos hacen en al menos un año. Y por otro lado, la administración de Lola cometió un grave error al aceptar las condiciones de MasterCard y haber firmado un acuerdo de patrocinio con tanta incertidumbre. Un sistema de comisiones es inviable en un deporte como el automovilismo, donde el desarrollo continuo del auto es imprescindible para progresar. Y para ello es necesario conocer de cuánto dinero se puede disponer y que la llegada de este sea constante.

Y hasta aquí la historia de hoy. Otro equipo que pudo hacer grandes cosas y que no logró dejar huella. Para terminar les dejo otra foto del Lola T97/30, cuya decoración me parece una de las más hermosas que he visto, pero que era inversamente proporcional a su rendimiento.



Atentos a más historias, que se vienen series nuevas para el blog.

Hasta entonces, saludos y pedal a fondo!!!

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